viernes, septiembre 22, 2006

LA ESTRELLA

Y ahí está, inalcanzable, alta, lejana
la estrella misteriosa y fugaz
que cuando me mira y la miro
radiante se esconde como jugando.

Es que quiere ocultarse, amantísima,
para que sus lágrimas no rueden
hasta mí, intentando así evitar ahogarme
en el llanto eterno de su despedida.

Yo la veo y se esconde, se oculta,
ignoro su dolor pero conoce el mío
y quiere, amantísima, sólo saludarme
en la inmensa bruma de nuestra tristeza.

miércoles, septiembre 20, 2006

ALMA

Los minutos transcurrieron sin prisa hasta que la gota del deshielo me hizo reaccionar. Me vi de pronto ante un paisaje que parecía reflejar llantos y nostalgias, risas y gritos, éxitos y derrotas, selvas y desiertos, luces y sombras. En un espejo ennegrecido descubrí a mi alma hurgando en el futuro lo que sabe no será. Dominada por la angustia de saberse sola y acariciando apenas los confines del porvenir, envolvió para siempre con su halo triste mi vida y me lancé con ella a volar.
Alma mía, compañera leal y vigorosa que impulsaste corazón y espíritu, porqué decides ahora poner tu mirada tan lejos, provocando así tanta pesadumbre, si es cuando más necesito de ti?...No, no te es dable soñar. Eso déjalo para mis otros quereres. Las almas no sueñan...¡hacen soñar!, pero no sueñan.
Vuelve a tu morada y no desesperes. De lo contrario, mi partida tendré que adelantarla y así tu te verás traicionada, derrotada, muerta. Vuelve a tu morada y desde ahí intenta seguir mostrándome el camino y, si te es posible, hasta dónde llega. Has un esfuerzo...anda.

En la angustiosa soledad presente mi hálito único eres tú, como ha sido siempre y será.

Ella escucho mi ruego y mi razón. Hoy sentí de nuevo su fuerza...Mas, por cuánto tiempo?...Un minuto?...Eso es bastante en el suplicio de un largo día.

jueves, septiembre 14, 2006

NOSTALGIAS

El recuerdo que tengo es tan vago que no sé si realmente fue así. De todos modos me gusta pensar que estuviste aquí y que mis besos despertaron todos tus sentidos. Aquella tarde en que nos sorprendió la lluvia de regreso a la cabaña, te acuerdas?...No esperabamos que esa gruta iba a servirnos para cobijar nuestro pasión primera, pero...qué existir! No puedes imaginar las veces que he dado gracias a la vida por ese momento único. No puedes...no puedes...no puedes..., resonó mi voz en aquella soledad de las paredes que forman la gruta, mía ahora, como todo la que la rodea. El tiempo ha querido darme dinero y poder suficientes para ir coleccionando no sólo instantes, aunque éstos sean más valiosos. He acumulado bienes más allá de lo que hubiera querido y por eso muchos "amigos" han subido a mi furgón. He escuchado todos los elogios y me han lisonjeado y caravaneado sin merecerlo y pa quedar bien conmigo. Pobres. Si supieran que los tengo bien ubicados y que si los tolero es porque la soledad me hace enloquecer adolorido por tu ausencia.
Te he buscado por los cinco continentes. Le di vuelta al mundo en cinco ocasiones y regresé no se cuántas a esos bares. He recorrido una y mil veces los mismos paisajes con la esperanza de verte aunque sea fugazmente; reconocer tu silueta...para amarla, para confundirla entre mi ser...y sigo caminando. Ahora voy rumbo al teatro Principal...¿cuántas veces me acompañaste en silencio y pude convencerte de que mis personajes y mi actuación no eran nada comparados con lo que quería forjar para tí?. Dijiste entre risas que no era posible, que los aplausos y homenajes eran tan fuertes...Dijiste que ese no era tu universo y yo te pedí que me permitieras regalártelo...
En el Principal me espera una muchedumbre...cómo aborrezco las muchedumbres¡ Por algo vivo entre ellas!. En el automovil reina un silencio tan confortable, tan seguro, que me da terror bajar de él...Le digo a Claudio que pase de largo, que no se detenga y cumple con gusto mi orden. Entiende que es una súplica y me mira compasivo por el retrovisor, pero sabe que tarde o temprano tendrá que depositarme entre aquella masa informe que forman cabezas, manos y brazos. "Dame un poco de paz...alarga lo más que puedas esa llegada".
Por enésima vez fijé mi vista en aquel anuncio de neón y por enésima pasó junto a mí ese que con sonrisa barata me ofrecía su cuerpo. Si sabía quién era yo era para él lo de menos. Exigía un billete. Se estaba muriendo.
Fueron diez minutos cuyos sesenta segundos formaron un haz para llevarme lejos...de nuevo hacia ti. Ah!...ese conjunto artístico: tus ojos almendrados hacían que mi vista se perdiera en el infinito de su mirar. Tu boca, escarlata como el intenso crepúsculo que por última vez contemplamos desde la atalaya marina de mi refugio, y...tu cuerpo delgado y sensual, como de ninfa. En un minuto sentí de nuevo entre mis manos tu cabello, tus senos...
El automovil se detuvo frente a la puerta del teatro y mi mundo y mis recuerdos se desvanecieron al instante. Al abrir la portezuela ruidos ensordecedores se apoderaron de mí. Gritos, carcajadas, caras desbordantes y cuerpos trepidando. Cámaras y flashes...¡DIOS!...sácame de aquí...por piedad!
Entre manos y brazos que me tocaban, que estrujaban cada centímetro de mi cuerpo, fui llevado al interior y cuando caminaba sobre aquella alfombra decidí que nada de eso estaba pasando. Dejé que me alzaran...ya no me importó. Hacía tiempo comprendí que mi vida no era mía, que mi tiempo no era mío, que mis sueños no existían. No supe cuando perdí lo más valioso, no me di cuenta en dónde dejé de ser yo.
En vilo llegué al escenario. El sudor de otros se confundía con el mío. Alguien me dijo "bienvenido maestro" y mis manos ya no las sentía. Ocupé el lugar de honor y enmedio de aquella batahola imposible emprendí una jornada más de hipócritas elogios, de aplausos sin sentido, de máscaras relucientes y de mentirosas grandilocuencias. Mi cabeza giraba como si no me perteneciera, como las de esos muñecos de alambre. Mis ojos, desorbitados e inexpresivos, dejaron volar mi vista hacia el punto más central del techo y ahí se quedó por varios minutos. Mis oídos, bloqueados por el indescriptiblemente estruendoso ruido producido por micrófonos y bocinas, se apoderaron de "El Cisne" de Saint Saens y lo retuvieron ahí. Mi mente bogó por el lago Constanza y me alejé cuanto pude de todo aquello imaginando que yo no estaba ahí. Por más que quise, no logré ubicarte, no. Y sigo caminando...

sábado, septiembre 02, 2006

ÁNIMAS

Conozco este lugar. No sé de dónde, no sé cómo ni cuándo, pero he estado antes aquí. Sí...Allá, con todo y esa polvareda, alcanzo a mirar el campanario y...mmm, ¡no puede ser!...si tú te fuiste hace mucho de este mundo. Qué quieres?
No te asustes...hermano, aprovecho que llegas pa saludarte, si no cuándo? O deveras crees que pasando el río igual tengo juerzas pa que me veas?...No, no. Además...no te entretendré más que un ratito, lo suficiente pa decirte dos o tres cosas que no pude en mi otra vida. Ven, siéntate y pon atención...
La alma del difunto Panchito, ese amigo al que yo tanto quise y que me ascompañó y yo lo acompañé dende chamacos, empezó a mover la boca como si fuera un vivo, aunque de ojos nomás tenía dos lunarcitos oscuros, oscuros, que no miraban. Una voz que no se parecía a la del empezó a contarme cómo había muerto, o mejor dicho, cómo lo habían matado. Si ya desde que se me acercó esa ánima yo estaba temblando, con lo que decía sentía que se me iba el color y sudaba a mares. Qué bueno que estaba sentado en el piso, porque de repente todo me empezó a dar vueltas y la voz aquella se me fue perdiendo. Vi borroso y cuando volví, bañado en llanto me di cuenta que la dichosa aparición seguía conmigo. Le hice cruces, recé un Padrenuestro y hasta me acordé de La Magnífica no sé cómo...pero con nada se iba. Le supliqué, le dije que me pegaría un soplo, que tenía problemas con mis intestinos. Todo fue inútil.

Por favor Panchito!...como haya sido, pero pos tú ya estás más pa yá que pa cá. Yo te quería mucho y te quiero en el recuerdo, pero no me martirices más. Qué quieres qué haga pa que me dejes en paz? Dime y vete. Te prometo que, aunque no soy muy creyente y tú lo sabes, con tal que descanses, regresando a Juanacatlán te mando hacer tres...no, mejor cinco misas, pero por caridad...

La ánima esa se hizo pa trás, aunque no tenía pies ni manos, pero se echó pa trás como volando, de un trancazo. Luego dijo: No quiero misas ni quiero nada. Vine porque veniste y descanso conque sepas quién me mató. Si haces o no haces, allá tú, pero eso sí: avísales a Fernando, a Cristóbal y a Teodoro que me viste y platícales lo que te conté. Si eso haces, pa mi será bastante y jamás me volverás a ver. Dícelos!.

Pero...Pancho, comprende que si les platico, una de dos, o me juzgan de loquiferio, o se van a dar cuenta de que lo sé y me mandan pa yá donde tú stás, y pos como que todavía no me toca. Si fuera lo primero pos qué le hace. Locos ya stamos todos, pero lo otro, me da rete harta muina. No la friegues. Más bien yo te pediría, porque las ánimas dicen que todo lo pueden y aparte pos yo fui tu amigo y siempre te quise, o no?
Sí, dijo aquel, es cierto. También yo te quise y te quiero. Por eso me dieron permiso de venir del mundo negro.
Miré con miedo y con atención al aparecido, que se quedó como pensando, mirándome también con esos lunares como ojos. Entonces dijo: Está bien. No les digas nada. Pero tráelos pa cá dentro de ocho días. A ver cómo le haces pero te los traes. De lo demás yo me encargo. Prométemelo!.
Con tal de salir del paso rápido le contesté que sí, pa luego partir carrera y no paré hasta llegar al arroyo del Ahogado. No sé cómo le hice, pero iba sintiendo que la almita venía rozándome el pezcuezo y eso me hizo casi volar. Llegando al Ahogado ya no pude más. Mis piernas se me doblaron y azoté. Serían como las diez de la noche o algo así. Si no hubiera sido porque de chamaco esos eran mis rumbos, yo creo que no la hago.
Después de algunas resolladas gruesas el alma me volvió al cuerpo y seguí a mi destino. Llegué a Juanacatlán casi a las seis. Ya staba clareando y alcancé a ver a Don Toñito el de la maderería, pero él no me divisó. Como pude abrí la puerta y me dejé cáir en el petate. No alcancé a llegar más lejos.

Por hay de las doce y sólo porque golpeaban la puerta hasta aturdir, me levanté. No sentía las piernas ni los brazos. Trastabillé y atontado abrí. La luz del intenso sol del mediodía no me dejó ver con claridad a quien me hablaba. Nomás miré un bulto. Qihubo guey...! Mira nomás qué horas de levantarse!. Pos que no piensas ir con Luis! Ya todos salimos de misa y vamos pal rancho, o qué?...se te olvido que ora era la matrimoniada?...

La matrimoniada!!!...Chin...Se me olvidó deveras. Orita me paro y me arreglo..pérame guey¡

Y salimos pa San Thelmo...como a una hora en la troquita de Diego. Nos fuimos platica y platica y ni me volví a acordar de aquello hasta que al llegar a la casa de Don Rómulo, el papá de Luis, ahí estaba Teodoro. Lo miré y como si hubiera visto al Diablo...hasta se me revolvió el estomago. Casi ni podía creer que fuera el mismo que dijo el ánima.
Parece que viste un muerto! dijo Don Rómulo dirigiéndose a mi. Jajajaja. Me agarró del brazo y me jaló pa darme un abrazo d esos que saben dar los hombres viejos y corriosos. Ah que don Rómulo!. Si supiera que su hijo...Ah que don Rómulo...!

Acerca de mí

Nací un martes 13 exactamente a las 00.13 y alguien dijo que por eso estaba emparentado con un ángel desalojado del Paraíso. Tal vez...