viernes, diciembre 22, 2006

PARA LA NAVIDAD DEL 2006

Heme aquí, una vez más, mirando sin mirar, sintiendo sin sentir, esperando sin esperar, la víspera de la Navidad. No recuerdo dónde ni cuándo empecé a perder la esperanza, la alegría y la fe. Tampoco dónde ni con quién estuve el año pasado, ni el antepasado, ni...

Los días y las noches transcurren y han transcurrido en silencio, sin sombras, sin apuro. Los pasos de las hormigas retumban en mis oídos y el arrastrarse infinito de los gusanos; el aletear de la libélula y allá a lo lejos, muy lejos, el vuelo del pelícano. El golpe del último copo de nieve me hace estremecer.

Aguardo sin nostalgia y sin ansia el 24 de diciembre, que seguramente será otro más. Sólo surge una imperceptible emoción cuando pienso que en esa fecha, por única vez quizá, el hombre dejará unos instantes de ser el feroz enemigo de sí mismo y de la naturaleza que lo rodea, para soñar en que hace siglos fue y tal vez en que pueda volver a ser...hermano.

Estilizo en mi imaginación esa imagen: El mundo rodeado por millones de seres humanos que se funden en un abrazo, así sea por un par de segundos. Los soldados norteamericanos confundidos sin sangre y entre risas con el pueblo iraquí. Los coreanos, un solo pueblo otra vez. Las religiones sin fanatismos caminando hacia un mismo Dios. La pobreza y el hambre sustituidas por bienestar y satisfacción. La enfermedad y la ignorancia por salud y educación. El odio por amor. Los golpes y las ofensas por caricias y poesía. El mal por el bien. La destrucción por la preservación...será tan difícil?...acaso es esperar demasiado?...

Por la llegada aquí de tantos y tantos nuevos seres cada día, vuelvo a soñar, como cada año, en un mundo que no he conocido. Anhelo, como cada año, despertar en él, pero la esperanza, la alegría y la fe se me van como agua entre los dedos.

Sí. Estilizo una imagen y mantengo una emoción...A ti, hermano, donde quiera que estés, extendiéndote mi mano te digo: ¡Quisiera compartirla contigo!...


martes, diciembre 12, 2006

SOMBRA NÁUFRAGA

Mi corazón es una sombra nueva
entre sombras sin voz, sombra perdida
en pérfida corriente sin salida
que no se sabe nunca a dónde lleva.

Viajera sin timón, la sed abreva
en leteos de mal, por ver si olvida
la angustia de sus horas y la herida
que al golpe de los días se renueva.

Sombra sin fin, sin voz y sin amparo
qne en vano busca en la tormenta el faro
que ponga punto a su vagancia loca,

y que en viaje de horror, perdido el rumbo,
surca trágico mar, de tumbo en tumbo,
para estrellarse en ignorada roca.

domingo, diciembre 03, 2006

ENCUENTRO II


Para Yorick...

Eran las 12 menos cuarto al momento en que aquel desvencijado y ridículo autobus arribó a mi paraíso. Yo, que con escasa ropa miraba desde la playa el descenso de sus ocupantes, no logré ubicarte enseguida dentro de la multitud, así que cuando el operador cerró la puerta me acerqué y le pregunté si eran todos los pasajeros. Contestó con enfado que sí. Le pedí que de nuevo abriera y revisara bien. A regañadientes accedió, más que nada porque entendió que no lo dejaría en paz sin saber de ti. Ambos abordamos el cacharro y allá, casi al final, dormías como si estuvieras en el lecho más suave y confortable. Ese sombrero que llevabas no me dejaba verte bien, pero tus cejas y boca eran incofundibles. Le dije que no te despertara. Al menos no inmediatamente. Me sentí mal de interrumpir tu sueño, pero el chofer golpeó con un manojo de llaves el borde del asiento y saltaste de inmediato. Nos miraste con sorpresa y maldiciéndonos, como es tu estilo. No pude contener la carcajada y tu molestia se convirtió en disgusto. Él te indicó que bajaras y con desprecio te dispusiste a descender. "Sí weyes...me voy. Y como allá abajo me están esperando, ustedes vayan y ..... mucho a su madre". Eso dijiste cuando ya corrías hacia el mar y abriendo los ojos con desmesura para descubrirme.

Yo te seguí y debo confesarte que estaba disfrutando como un imberbe el momento, dejando que la incógnita se mantuviera por unos minutos más. Observaba con total curiosidad tu indumentaria, parecida a la que hace años vi en Montego entre rastafaris, amigos míos con quienes conviví un tiempo entre guitarras y bohemia. Te asocié con ellos y te encontré más interesante. Quería que descubrieras sin ayuda que yo era yo.

Sólo un pequeño malecón de arena fina bordea la caleta que forma el contorno de aquella hermosísima bahía. Lo recorriste con parsimonia y acalorado por ese ropaje, hasta llegar al palmar de Gabriel, quien se encontraba sirviendo algunos ostiones y calamares que por la mañana había sustraído al océano. Te dirigiste a una mesa y cuando pedías una bebida, él gritó: Errante...qué te tomas hermano?...lo de siempre?..., dijo, cuando ya servía mi tequila mantarraya.

Al escuchar mi nombre diste vuelta y finalmente me miraste con una sonrisa, para enseguida avalanzarte hacia mí, abrazarme y plantarme un beso, tan intenso como puede serlo el primero. "Si hubiera sabido que eras tú, mi mentada habría sido menos rasposa"...aclaraste. "Si hubieras sabido que era yo, jamás me habrías vuelto a ver"...dejé caer con sinceridad. Entonces, ambos sentimos que éste era un reencuentro que tuvo una pausa de toda la vida. Nos sentamos y esperamos el atardecer, para luego perdernos en el mar, en la arena y en la oscuridad...





sábado, diciembre 02, 2006

PARA CUANDO AMANEZCA

La seda de tu cuerpo me envolvió hasta la madrugada, embriagándome por completo de ti. Llegué tarde y me esperabas. No pude evitar la demora ensimismado como estaba en aquellas otras noches de soliloquios y fantasmas. También me dominaba el miedo. Ese miedo perturbador y enajenante ,inmotivado, que me agobia desde que te besé por primera vez. Pero hoy no quiero remembranzas tristes. Aquí estoy abrazándote, sintiéndote, apoderándome de ti de tal manera que no anhelo nada ni a nadie más.

Y para cuando amanezca prometo volver a amarte con toda la fuerza y entrega de que soy capaz. Tus manos, tus ojos, tus labios harán brotar el deseo inmenso que llevo a flor de piel, para derramarlo en un instante tuyo y mío sin importar que el sol nos bañe de nuevo ni tampoco que alguien llame a la puerta o al corazón y nisiquiera si el océano me busca.

Para cuando amanezca, quiero tocar otra vez tu alma y hacerla vibrar infinitamente con una nota imperceptible a los demás. Una nota que viene de un extraño espacio sólo reservado a quienes pueden encontrar en las nubes, en el mar y en el joyel nocturno la respuesta a sus sueños y a sus interrogantes. Una nota que puede ser escuchada y sentida por diez...acaso quince navegantes del amor. Una nota que aún no ha sido expresada...y permanece.

Para cuando amanezca, no habrá sollozos ni desencuentros. Sólo una rosa blanca a tu lado como imagen perenne de mi amor.

Acerca de mí

Nací un martes 13 exactamente a las 00.13 y alguien dijo que por eso estaba emparentado con un ángel desalojado del Paraíso. Tal vez...