jueves, agosto 30, 2007

OTOÑO

Creí todo terminaría ahí, pero es agosto y aún verano. El clima ha empezado suavemente a cambiar y siento que el otoño se anuncia con ese viento fresco, haciendo de septiembre y de octubre los meses más agradables, más límpidos, mas hermosos del año en el altiplano. Y sin embargo, todo lo demás permanece igual y al mismo tiempo diferente. Mi percepción sobre la naturaleza no es bastante para explicarme porqué aquel sentimiento extraño, insólito...no se va.

Quisiera ser una estación vacía, lo mismo si del año en su cíclo interminable, o una olvidada y ausente de viajeros. Quisiera simplemente que el viento despejara mi memoria y todos me dieran por muerto, como si jamás hubiese existido. Quisiera tantas cosas imposibles sin las cuales la vida es tan sólo un pasar de días, de horas, de minutos...de segundos.

Y junto con no sé cuántos millones como yo habitando este diminuto espacio llamado Tierra haciéndonos la misma pregunta: ¿hasta cuándo?...

Mientras todo transcurre siguiendo su orden, mi corazón y mi alma, antes dormidos, sobresaltados presienten un agitado y estremecedor invierno al que sin embargo no temen y es ese precisamente el motivo de su sobresalto. Al contrario. Lo esperan con creciente ansia, como si adivinaran que será el último, pero el más hermoso...

En el quicio de mi ventana, mirando al mar, he dejado un mensaje para ti, por si no te vuelvo a ver, y mi amigo el árbol me ha dicho que te contará del amor que siempre te guardé. Sé que vienes de muy lejos. Te siento desde que nací y aún desde antes, porque allá en no sé qué siglo tu alma y la mía se encontraron. Fue sólo un instante, suficiente para tener siempre vívido su halo.

Ahora ha llovido. El paisaje se viste todavía de gris y mi memoria se remonta a tu mirada, nunca esquiva, siempre inquisitiva. Me pregunta si te amo en verdad o todo ha sido una ensoñación maravillosa y plena de misterio. Miro hacia otro lado porque la respuesta no la tengo yo...

miércoles, agosto 22, 2007

EL ESCONDITE

Me acurruqué en el fondo
de mí, como aquel niño
que al escondite juega...
Los otros me llamaban, y me vino
un ansia ingobernable
de perderme en mi mismo,
perderme para siempre...

¡Qué imprecisos
siento los pasos de los que me buscan
y oigo sus gritos!...

martes, agosto 21, 2007

LA OFERTA DEL MAR

El mar hace poco me brindó la muerte
y yo acepté la dádiva.

En la hora azul en que la vida
hace sonar su cascabel de plata,
en que el potro salvaje del deseo,
ansioso de correr, el freno tasca,
en que cada sentido se enloquece,
en que todo palpita y todo canta...

Era un golfo del sur...(Verdad, amigo,
que oíste como yo crujir las tablas
de la ruina flotante, que fingía
ir esquivando con su loca danza
los martillos lunáticos del viento
sobre el cómplice yunque de las aguas?
¿Verdad, sombras cómplices, almas perdidas,
que al enigma de estrellas ignoradas
perdísteis la señal de mi destino
frente a la impavidez de la montaña?...)

El mar entonces me ofreció la muerte,
y yo le dije:
¡Dámela,
oh mar de las tragedias silenciosas
que ilustras de secreto lo que guardas!
Muera yo en ti sin muecas de agonía;
quiero que en tus entrañas
sea mi carne comunión de peces
y no festín de larvas.
Quiero que viole el hambre de tus monstruos
mi tumba de madréporas rosadas,
allá muy hondo, donde nunca llegan
náufraga voz ni trueno de borrasca.
Unirme a ti como en solemne espera
-fundidos tu verdor y mi esperanza-
mientras llega la hora
en que suene el grito de la montaña
que desgarre el silencio del abismo,
dividida en dos tu esmeraldina lágrima
y salgan todos los que en ti durmieron
ya limpio el cuerpo y redimida el alma,
como banda de pájaros marinos
que cubre el horizonte con sus alas...

No quiso el mar, y retiró su oferta...
Calmóse el viento y regresé a la playa
a vivir entre los hombres
el hondo tedio de un futuro insomne,
a esperar una muerte que no tiene
el glorioso prestigio de las aguas,
en el viaje proceloso y lento
poblado de amargura y de fantasmas
en que ya tú no más, última amiga,
coronada de tristezas me acompañas...

(No olvides, mar infiel, que me ofreciste
la muerte un día...y acepté la dádiva).

domingo, agosto 19, 2007

PESADILLA

Desde hace algún tiempo me persigue cruelmente una infáme y terrible pesadilla. Varias noches, en cuanto empiezo a conciliar el sueño, aparece la misma gente en un espacio y momento que sé no son míos, y sin embargo ahí estoy yo, temeroso, ansioso.

No sé cuándo empezó. Creo que hace un par de años. Fui al médico y dijo que era normal, que el estress, que la vida moderna, bla, bla, bla.

De todos modos quisiera volver a mi mundo. Lo extraño inmensamente. Hoy simplemente soy un paria. Vago en un desierto sin nombre, con gente sin nombre y un destino incierto. Llegué aqui sin saber cómo. Un día bajé de un taxi y al hacerlo, en lugar de calle encontré un resbaladizo e inseguro tobogán por el que me sigo deslizando. En la caída he encontrado de todo y no quiero entrar en detalles. Sólo espero no tocar fondo y por eso...cada segundo mi desesperación crece y se vuelve tortura.

De todo lo que en esa pesadilla no he olvidado resalta algo...pueril en apariencia: uno, dos, tres, cincuenta sujetos sin rostro peguntaron mi edad, como si ese dato fuera a ser un salvoconducto para lograr un anclaje temporal o evitar el precipicio. Y les mentí. Mi instinto de supervivencia y un dolor antiguo me hicieron reaccionar. Volvieron a preguntar: "40" respondí, creyendo que el tinte cano recién aplicado podría ayudarme. "No me jodas", dijo uno de ellos mientras se volvía para abofetearme. "Dime la neta". "Tengo 25", agregué, sin poder dominar mis temblores e intentando con la verdad abrir un resquicio.

Fingiendo sorpresa se miraban unos a otros antes de decir palabra. El placer que mi situación de postración absoluta les provocaba iba creciendo. "Entonces estás en la edad precisa, aunque tu cansancio te exhiba como un guiñapo. ¡Felicidades!, ja, ja, ja, ja, ja. Aquí sabrás lo que es la verdadera vida".

Luego sentí un fuerte golpe en la espalda que me hizo caer de nuevo en aquel horrendo túnel...para seguir rodando. Mientras lo hacía...no cesaba de preguntarme, entre golpe y fractura, ¿qué es esto?...¿hasta cuándo?...¿por qué?...Y mi niñez, dónde está?...

Cuando creo que he despertado, entre llanto y angustia me miro al espejo y descubro que no se ya dónde estoy, si aún en mi pesadilla o en realidad es mi vida la que vertiginosamente va hacía el vacío. Me invade de pronto una irrefrenable ansiedad por averiguarlo sin importar si al hacerlo me encuentre hasta con el más allá...Sin duda la muerte será un bálsamo...

miércoles, agosto 15, 2007

EL CISNE


Bajaste hasta mi estanque

y en el remanso azul

de su agua clara,

clavaste tu destino

turbio y aventurero.


Tu mirada distraída

y errante

se detuvo un momento

en la pueril blancura

de mis dormidos lotos.


Venías cansado y mustio

del agitado vuelo

y anhelaste el remanso.


Luego, cuando ya amanecía,

cuando la vieja luna

cansada de su ronda

arrojaba su bostezo final

sobre mi agua,

cuando cobraste fuerzas,

con hiriente dominio

me arrancaste tu destino

con vigoroso aleteo,

ante el pálido asombro

de mi quieta mirada adormecida.

lunes, agosto 13, 2007

QUISIERA SER EL MAR


Quisiera ser el mar
valiente, eterno.
Tremolar mi llanto
en un supremo arrullo,
y adormecer la tarde
en mi regazo sin nostalgia
de amor y de ilusiones.

Ser undívago y amplio,
no tener asidero,
no saber de verdades ni de mentiras.

¡Ser solamente mar,
mar solamente¡
con espasmos de luna
en las entrañas,
y ráfagas de estrellas en la frente...

viernes, agosto 10, 2007

ADIOS

Voy a decirte adiós,
mas no te extrañes,
la vida es un adiós
trágico...infinito...

Tomamos todo
y todo lo dejamos
por nada...
porque así somos...
porque somos fugaces,
matices de un ocaso
que se va suavemente
con su débil sabor intrascendente.

Porque el viento nos lleva
como briznas de angustia
que no esperan descanso,
que nunca dejan huella,
que no tienen arraigo.

Porque el alma es inquieta,
enamorada audaz de lo infinito.

domingo, agosto 05, 2007

TLALLALMENTHI

El guía se detuvo ante aquella oquedad, se santiguó y volvió por donde vino, pero antes me dijo que si quería encontrar lo que buscaba tendría que llegar hasta el fondo y sin ataduras. Con temor e incertidumbre entré ignorando si lograría salir, pero mi necesidad de saber, de averiguar era infinita.

Miré con detenimiento el entorno, los bordes, tan angostos que sólo permitían el paso de una persona a la vez, y luego la oscuridad impresionante que todo lo envolvía. Pudo más la angustia por colmar mi inquietud que el miedo y me lancé en esa loca y absurda aventura sin retorno por recuperar lo más valioso, lo más sagrado, lo único importante que en verdad no supe cuándo me fue arrebatado. Lo decidí porque unos días antes conocí a alguien, un niño ajeno a mi, quien moribundo en las calles me señaló al oriente para recuperarlo y balbuceó un nombre: Tlallalmenthi. Jamás lo había escuchado ni entendí en ese momento lo que significaba ni lo que él quiso transmitirme, pero en ese instante sobrevino un nudo en la garganta que no podía sacar y una angustia por saber.

Averigué aquí y allá y fue así que llegué hasta la caverna. Tlallalmenthi...

Inicié mi camino entre rocas, un camino resbaladizo que nadie o muy pocos habían hollado, sólo acompañado de mi espíritu y mi alma. Tenía conmigo ese recuerdo que iba a buscar. Era un acicate, un impulso vigoroso e irrenunciable que a cada paso me hacía ir con más fuerza hacia delante. Era, en verdad, una obsesión, lo reconozco, pero por eso no me importaba que mi vida quedara allí.

Al recorrer aquel lugar, ora estrecho, ora inmenso, fui pasando cada una de las etapas de mi vida. Amores perdidos, derrotas implacables, mentiras y errores que habían marcado mi derrotero. Ante cada una, las lágrimas brotaron y un dolor inaguantable se apoderaba de mi, haciendo de mi viaje el más triste de cuantos recordaba. Pero sin saber cómo, aunque sí porqué, seguí adelante. ¿Y dónde están los triunfos, los besos, los aciertos?...grité a las paredes, encontrando por respuesta el eco de mi voz. ¿En dónde?...

Suplicante, lleno de sollozos y de amarga desolación, seguí mi ruta. Pasé por salas que al iluminarlas con mi pobre luz, dejaron ver sin embargo la riqueza de aquella cueva, que brillaba en amatistas y bermellones. Pero no eran joyas ni monedas, no. Colgaban de aquellas paredes las sonrisas y las burlas, las máscaras que relucientes habían sido vistas por mi durante toda mi vida. Cómo las desprecio!

No me di cuenta en qué momento mis pies, mis manos empezaron a sangrar. Los filosos bordes y las ásperas rocas habían hecho su trabajo. También mi rostro estaba marcado ya por las heridas...pero quería seguir y además regresar, sería peor. Igual, mi ropa, raída y sucia, fue quedando en el camino, hasta encontrarme desnudo, completamente desnudo a merced de insectos que por millones succionaban mi cuerpo. Pero no quería darme por vencido. ¡NO! El tesoro más grande debía encontrarlo.

No sé cuánto tiempo pasó. Quizá semanas. Casi arrastrándome pude llegar a una saliente donde el brillo de una luz natural me hizo renovar mi lucha. Me incorporé en el promontorio sólo para perder el equilibrio y rodar golpeándome violentamente hasta la salida. Por fin¡

Ahí encontré un divino paisaje, pleno de bosques, de humedad, de flores. Un río cantaba cerca con alegría y una mariposa de mil colores se posó en mi hombro adolorido. Cuando pude afinar mi vista aún más, miré al cielo y un grupo de gaviotas iba surcándolo...todo era paz, todo era paz.

Niñez mía, porqué te escondiste todo este tiempo?...porqué tu silencio que me descorazonaba?...porqué me habías abandonado, si siempre fuiste mi mayor tesoro?...








Acerca de mí

Nací un martes 13 exactamente a las 00.13 y alguien dijo que por eso estaba emparentado con un ángel desalojado del Paraíso. Tal vez...