sábado, diciembre 15, 2007

QUIMERA

Hoy me pierdo en la noche y la noche me cerca.
Mi corazón te implora:
pero la voz se rompe en un sollozo inútil
y quedo a la intemperie, solitario,
en pos de ti, por ti, sin ti, que no me sientes
morir de sed, frente al espejo intacto
de tu esencia inasible.

Camino hacia la muerte
y no puedo morir, porque mi sangre
es un oleaje vivo, que tus dedos golpean,
acrecentando el fuego de mi entraña
y poblándome el sueño de gaviotas rebeldes.

Amarga certidumbre de no alcanzarte nunca.
¡Que importa que tu espada flamígera me hiera
y que importa tu cauda luminosa en mi noche!
y esta febril espera y este dolor inmenso
y esta sed y este llanto y este grito errabundo,
si a tí sólo se llega temblando por la ruta
delgada del suspiro;
si tu imagen se toca
nada más en el fondo de una lágrima pura;
si tu forma se esconde
bajo el ala creadora del ángel de los sueños.

Que cese mi lenguaje;
que me envuelva el silencio;
que se calme el motín de mis venas hinchadas;
que dejen mis oídos de escuchar caracolas;
que aniquilen mis manos sus espigas fugaces;
que mis ojos no miren horizontes de fuego;
que mis labios se inclinen hasta besar el polvo;
y cuando sólo quede mi desnudez primaria
tendida sobre el lecho maternal de la tierra,
deja caer, amor,
sobre la herida abierta por lo imposible,
una gota de bálsamo
y que tu nombre sea
amapola perpetua encendida en mi pecho.

Acerca de mí

Nací un martes 13 exactamente a las 00.13 y alguien dijo que por eso estaba emparentado con un ángel desalojado del Paraíso. Tal vez...