martes, marzo 31, 2009

LEJANÍA

La carrera del martes
desatada,
estrujó urgente
el lunes estrechísimo.

Nos comimos el tiempo,
nos rechina su arena
entre los dientes.

Aturdidos amantes desangramos
capaces horas,
días de decir el futuro.

A la sombra de un follaje
muy tenue fuimos
como hormigas hambrientas.

Ahora estamos a solo, duro,
enemistado cielo.

jueves, marzo 05, 2009

AMOR

Lo he sentido venir
abriéndose camino
por entre las pesadas nieblas del sueño,
entre algodones de recuerdos,
bajo el grueso hielo del pasado,
entre las dos aguas azules del tiempo.

Sus dedos largos y fríos,
su helado aliento,
su voz,
-¡ay! su voz de mohoso húmedo metal-
los he sentido
cuando la lluvia cae sin prisa,
cuando la boca desganada calla,
en el momento en que estamos
muriendo en la hoja que arranca el viento,
en el sufrido violeta de las sombras,
en el angustiado gris que moja
los árboles desamparados,
las fenecidas flores
y el eco que rueda
por los olvidados patios.

No conozco su nombre
ni su marca
ni el lugar en donde ancló su centro;
después que ha pasado
lo sé por la arruga más,
por el amargo gusto que en los labios deja,
por su olor suave a cosa que no decide pudrirse,
por las arbitrariedades que en mi rencor pone de resalto,
por la sensación que me provoca
de que estoy en un mundo que no es mío,
en ámbito ajeno,
en atmósfera de enrarecido aire,
bajo densas capas de un polvo
que cayó de las estrellas
para hacer sordos los latidos de la arteria,
opaco el grito,
imposible la alegría animal de vivir
a todo cuerpo.

Una vez pasado
puedo leer su historia en mis manos ansiosas que aguardan
y en los ojos de los que aman
y saben que mi corazón está exprimido,
porque me faltan luces en los ojos,
fuego
-mortecino fuego-
en las palabras
y la sal que impide a la sangre
se detenga en sus angostos caminos.

Y le canto porque, después de todo,
el hombre no es más
que el hueso de la fruta del pecado.

Le temo y le canto,
a sabiendas de que vivir es morir,
seguro de que paso adelante
es paso atrás,
retorno a la sombra de donde procedemos,
empujón hacia el misterio,
avance hacia el cielo añubascado siempre
de los mitos,
cierto de que hacia adelante no se irá jamás,
porque mientras en mí la necesidad gobierne,
mientras la costumbre y el instinto tiranicen
este humilde tránsito terreno,
seremos víctimas de la propia satisfacción,
mártires del gusto,
esclavos del traje y de la mesa,
del sexo y la morada,
del lecho,
del prejuicio,
de la conveniencia, de la ley,
de la eterna humana interdependencia.

-...tras el carro del vencedor uncidos,
de la mano de la pasión llevados,
presos del goce,
a los intereses sometidos,
trabados por el querer ser más...-

Yo sé que le llaman amor
y que le sirven adornado,
que es hermano de la rosa blanca
y le declaran amigo de los niños,
que contra él sólo atrevieron insultos
los que no pudieron arrancarse el dulce dardo
con que los hirió.

Bien, se llama amor,
y puede ser moroso y suave,
o rápido y cortante,
que su obrar depende
de que estemos más o menos distantes
del animal de donde nos partimos,
de nuestra salud y predilecciones,
y que para él los hay que arden como paja seca
o que se niegan a arder como piedras de los ríos.

Pero yo que le siento venir
abriéndose camino
por entre las pesadas nieblas del sueño,
y que no sé defenderme de su ataque,
porque los hervores de la sangre me traicionan,
porque una mano entre mis pobres manos asustadas
es argumento sin réplica posible,
¿cómo he de decirle,
cómo he de comportarme,
a quién implorar piedad,
a quién suplicar ayuda,
qué báculo requerir
para enderezar este pobre paso mío?
¿en dónde encontrar lumbre que caliente
mis ateridos pies?

Lo he sentido llegar
en los dulces vinos de la primavera,
en el áspero aguardiente del verano,
en las amables despedidas del otoño,
cuando invierno ofrece hogares
y la terrible paz de los árboles desnudos.

Lo he sentido llegar
contando los minutos:
a él, armado de siglos y luceros,
a él, que duerme a la sombra de la Esfinge
y que le basta, para matar, una azucena.

Lo he sentido llegar
y le he abierto de par en par la puerta,
le he ofrecido mi pan y mi sal,
la mitad más mullida de la cama,
la almohada entera,
y un pecho que sólo ha sufrido
por todo lo que ha tardado.

Acerca de mí

Nací un martes 13 exactamente a las 00.13 y alguien dijo que por eso estaba emparentado con un ángel desalojado del Paraíso. Tal vez...