Cuando yo tenía 12 años Edwiges Diada me dijo que no, que nunca pusiera un pie en la Media Luna. Yo la miraba atónito y aterrorizado por que su cara no era como las demás caras ni su cuerpo. Ella me hablaba en voz muy baja, como silbando, y me costaba trabajo entenderle. A veces, después de un rato, me desesperaba y quería salir corriendo, pero algo me detenía. Algo o alguien. Algo o Edwiges. Entonces tenía que seguir oyendo esa letanía aunque jamás le había dicho de mi amor por la Media Luna. Luego, al día siguiente, me iba en el camión a la secundaria pero toda la noche me había dado vueltas la idea de cómo y por qué aquella aparición no me dejaba en paz. En dónde, en dónde fue que se ligó a mi vida?
Tendrían que pasar muchos años y pesadillas antes de que pudiera dar el paso. La decisión estaba tomada, pero por una cosa o por otra no realizaba mi sueño. Yo sabía que así retornaría a mis orígenes, a mi rancho, a lo mío. Era en el fondo un irresistible llamado de la sangre que debía atender o mi vida quedaría suelta, sin asidero. Pero no era eso lo único. La Media Luna era mucho más. Significaba un espacio, o más bien, un universo y me preguntaba cómo eran así las cosas, pues un universo no puede caber dentro de otro o no lo sería, duda que me persiguió muchísimas veces y de la que nadie, nadie, me sacaría sino yo mismo ese día.
La niebla amaneció más espesa cuando dejé Juanacatlán todavía a oscuras. Ningún alma quiso acompañarme cuando dije a dónde iba y ni me prestaron bestia o bicicleta. Nomás se santigüaron. Pero no me eran indispensables. Eché a andar y al cabo de las primeras luces el campo lucía tal y como lo imaginaba: intensamente húmedo y verde, hasta inundar mis sentidos y mi alma. No necesitaba nada más. Las nubes formaban formas caprichosas que sin embargo mi imaginación rápidamente descifraba, mientras el interminable camino se perdía a lo lejos entre mares de montañas y bosques de pinos. Había almorzado allá y llevaba bastimento suficiente para todo el día.
Al atardecer, cuando el sol declinaba, llegué a Lagunillas. Al fondo aún se percibían los humos del coloso y la blancura luminosa del Nevado. En un primer plano, las aguas cristalinas de los pequeños lagos. Al acercarme, mi instinto me indicó de inmediato la Media Luna. Una creciente emoción, que no miedo, se apoderaba de mi en tanto que las sombras de la noche hacían su aparición para ocultar el enorme pirúl que precedía al frontis. La soledad total y una sensación de triste abandono, más el ulular del viento, dejaron de aquel momento en mi corazón una extraña e imborrable huella que no era sino familiarmente relajante y bienhechora.
Admiré con la poca luz que quedaba la grandeza de aquella construcción. La imaginaba menos ostentosa, más pueblerina, pero en realidad eran impresionantes sus dimensiones y su calidad.
A medida que la recorría con la mirada se hizo patente mi pequeñez y mi incapacidad para indagar más nada. El intenso frío me obligó a cubrirme en un portal y luego de la fogata preparar mi bolsa de dormir. Siempre soñé e imaginé este momento y no me importaba ninguna inclemencia con tal de poner pie, mañana mismo, en su interior.
Empezaba a conciliar el sueño cuando ella llegó, ahora sin pies, flotando a una altura lejana a mi; tanto que su voz se confundía con el viento y sus cabellos con las ramas del pirúl.
"Te dije que no vinieras. Te lo dije muchas veces. ¡Necio!. ¿Crees que puedes oponerte a tu destino?. ¿Ralmente lo crees?"
Cuál destino???; ¿de qué me hablas Edwiges?; ¿Acaso conoces mi destino?...
Después de un largo y espeso silencio enmedio del cual me miraba fijamente con sus cuencas vacías, se acerco a donde me encontraba. Lentamente extendió su brazo hacia mi y un sudor frío empezó a inundar mi espalda. Sus dedos rozaron mi piel...no podía moverme y la respiración se interumpió cuando su aliento cubrió mi rostro.
"Querido niño, yo te conozco desde antes de que vinieras a este mundo. Sé tu destino. Sé cuando te irás. Sé lo que sucederá mañana contigo y también pasado mañana. Por eso te dije que a la Media Luna no te acercaras, pero saliste a él. Eres terco!. Quise que no fuera así, pero ni yo, ni yo que estoy a sus pies, pude convencerlo".
Sus manos descarnadas acariciaban mis mejillas sin hacerme daño. Edwiges me amaba, o yo eso sentía. De haberlo querido ella así, ya estaría muerto. Por tanto, pensaba, esto es parte de mi destino.
Recuperado el aliento pero aún enmedio de aquel escalofriante momento, decidí abrazarla. Lo hice con delicada suavidad hasta sentirla totalmente adentrada en mi alma. Le susurré: "Si este es mi destino, por favor, hazlo tuyo; acompañame. No me abandones".
Tras mi cabello reunió sus manos y con una voz que no era la misma, sentenció: "Mañana será otro día"...
De pronto, la alarma anunció las 6 am. ¡Que hueva!...
jueves, marzo 06, 2008
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- Erranteazul
- Nací un martes 13 exactamente a las 00.13 y alguien dijo que por eso estaba emparentado con un ángel desalojado del Paraíso. Tal vez...
7 comentarios:
Amé tu texto... las 2 veces que lo leí muy sumida en él...
Pero J... =D, yo esperaba otro final...
A mi primera lectura, pensé muchas cosas, imaginé muchas cosas... pensé harto...
Ya en la segunda, sabiendo más menos, me hice una nueva idea...
Y ambas me gustaron... aunque la primera, algo me asustó... =)
Se te extraña mucho...
besos, pasaditos a limón... tú sabes =)
Por suerte la terquedad, bien usada, hace forjar nuestro destino. Nada está escrito en las estrellas. Me gustó mucho tu cuento. Un abrazo.
me late. entre una virgen sincrética y la parte femenina del cosmos.
lástima de la sentencia. es obvia.
me gusta mucho esto: "un irresistible llamado de la sangre que debía atender."
el abandono es inevitable.
...
ya saca tus versos, way.
qué malvadísimo eres!!!!! qué final es ese a un relato mágico, azulísimo, eh eh eh??? :D
Un besote, Errantísimo, estoy de regreso :)
Querido Erranteazul, otra vez mis respetos... No sé por qué hoy en tu relato he respirado una esencia muy mexicana que me ha llevado a imaginar una relación especial entre La Catrina y tú.
Que te vaya bonito. Un abrazo desde el Mediterráneo.
L0 que es el realismo magico, es padrisimo!!!..
La metafora quedesarrolaste, me facino,la media luna, la meurte en si.. el destino no lo tenemos comprado.. asi creo, y quier pensar que asi sea.
:D
quice escribirte antes de irme... que tengas lindass y hermosas vacaciones.. nos vemos!!
No había leído esta entrada tuya, pero me gustó la clara referencia a la Media Luna de Rulfo en Pedro Páramo.
Besos chilangos
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