lunes, junio 22, 2009

EL MAR

El mar me habla de ti.
Sencillamente,
cual los mensajes inmortales,
las olas besan mi alma con tu nombre,
dibujan mi deseo en las arenas;
inmensamente sabias desfallecen y vuelven a surgir,
me salvan y me pierden en sus carnes azules,
etérea sombra de las aves,
que dulcemente mueven mi antiguo regocijo.

El mar y tú, parejamente alegres,
desnudos en la tarde: la ternura
del amor hecho brasa.
Y, al cabo, fiel respuesta
de la inmortalidad que el mar conoce
y tú sueñas ganar en la pasión.

Ahogo
mi pena en tu memoria que las aguas me ofrecen,
lejos del artificio de la ciudad, y pósanse
los placeres remotos, la agonía del beso,
sobre árboles y rocas sumergidos
que los mapas jamás recogerán.

El mundo
es sólo el mar, súbitamente reino
para tu amor y mi esperanza.

Solos
el mar y yo, supervivientes
atónitos -y ciertos- de tu hoguera lejana.

sábado, junio 06, 2009

MI TRAGEDIA

Nada de lo humano me es ajeno

Goethe


Preámbulo

Ahora, ante el abismo,
con la oscura pupila taladrada
he encontrado el camino
de la clarividencia.

He escuchado las voces
-redondo contrapunto-
de las cinco vocales,
en la quietud inmensa de mi espacio.

He encontrado mis huellas en el aire,
huellas de plantas firmes
asentadas
en la rotunda soledad humana.

Conozco los secretos
del insomnio y del sueño,
de la amiba y del pez,
del dinosaurio...

Acto I

De la caverna oscura de los siglos
me robé el primer fuego
y la primera risa
escondida en la entraña sonora
de alguna caracola.

Una armoniosa risa sin complejos
total y elemental
como una esfera,
pagana, entera, diáfana y fecunda,
saturada de viento y de floresta.

Acto II

Lo múltiple y lo único
se fundieron
en mi vieja conciencia milenaria
y me anegué en la magia.

Un tiránico tótem me asfixio la risa
en el ritual sangriento
de sus mitologías.

Y conocí el pavor,
el insensato miedo
inoculando la confiada pupila
el ademán seguro,
la conciencia inicial
firme y abierta.

Todo se volvió espanto,
mil fantasmas agoreros
me gobernaban caprichosamente
con su potencia irracional y abtrusa,
y el miedo permaneció
en la lluvia,en el rayo,
en la perdida mies y en la abundancia,
en la vela y el sueño,
en la premonición y en la ignorancia...

Acto III

No sé cuánto viví dentro del miedo
incontrolable y cósmico...
pero un día...aquel trágico día
se convirtió en dolor:
un doméstico llanto cotidiano
una desobediencia legendaria,
un pecado y un arrepentimiento
continuado por mil generaciones plañideras
nos programó a llorar eternamente.

Y de una culpa original y ajena
-culpa sin culpa-
yo heredé este llanto.

Un juez inexorable
marcó la dimensión
en su precisa luz de coordenadas:
la dimensión del llanto perdurable,
vagido de tinieblas en el claustro materno,
mirada y voz de llanto sin receso,
sin un compás de espera.

Sonrisas suspendidas
en la frontera
de un sollozo inminente.

Empecé a ver el mundo
a través de un cristal estremecido
una gota de mar cristalizada...
llanto marchito y llanto fecundado
en una permanente
florescencia de sal enajenada.

Acto IV

En medio de este inmoderado llanto
yo conocí el amor,
húmedo aún de todos los prejuicios,
saturado de todas las herencias,
amor pobre...amor larvado...
amor envilecido
roto antes de nacer, resquebrajado.

Inútil esperanza,
obstinada ilusión...
fue como la nostalgia
de la desnuda risa
y la desnuda piel
en el recuerdo
de la pagana relación abierta.

Acto V

Al fin perdí llanto y amor
se secaron entonces las raíces
de aquel pobre dolor emepecinado.
La mesiánica risa,
el oscuro pavor,
la diaria angustia...
todo se había borrado
en mi neutra conciencia solitaria...

Y vagué por el aire
y más allá del aire, por la nada,
con mi sabiduría vieja y pasiva.

Y así, sin asidero,
poseedor de todos los misterios,
liberado de todos los arraigos
pagano, altivo y solo,
-muerto hace miles de años-
como cualquier estrella,
recorro imperturbable
mi zodiacal y mínimo universo.

Acerca de mí

Nací un martes 13 exactamente a las 00.13 y alguien dijo que por eso estaba emparentado con un ángel desalojado del Paraíso. Tal vez...