lunes, abril 26, 2010

AMOR

Sí, verdaderamente te amo,
a ti, que eres la síntesis
de las briznas que la emoción convoca;
a ti te escribo,
a ti, que eres el aliciente
de la absurda embriaguez de mi poesía.

No importa que esta carta de amor
se desintegre,
que no llegue jamás a tu ribera,
que vivas muchos años
sin saber que una magia inesperada,
me hizo vibrar con tu presencia efímera,
con tu estela de sueño inexistente.

En verdad, no te amo.
Pero un aire de ti llegó a mis hombros
con tempestad de espinas,
desgajó la epidermis y los huesos
y surgió de la herida inevitable
el secreto caudal aprisionado,
que a la orilla del mundo se desborda,
lo inunda, lo avasalla
y aparece total, maravilloso
al estreno nupcial de mi sorpresa.

Amo entonces el canto, el dolor, la violencia,
la lucha, la esperanza;
amo la vida con su muerte a cuestas,
amo la muerte con su lirio triste.

Pero ya no te escribo.
Se disuelven de pronto las palabras
en la luz que me habita.
Eres sólo el pretexto
que dio a mi corazón su fuego antiguo,
y de nuevo en la noche de mi angustia
tiembla como una estrella, la poesía.

viernes, abril 09, 2010

SOLEDAD

Necesito aprender a morir
tan siquiera esta noche,
aprender a morir un rato largo
para saber la exacta
dimensión del silencio;
la inexorable potestad del olvido
y la helada frontera
donde jamás arribará palabra alguna,
porque todas habrán de agonizar vacías,
revestidas por una ramazón seca y oscura.

Si al menos esta muerte
que se empeña en cuajar mi pena a solas
o amenazar mi sombra en los rincones
morados del silencio;
si al menos esta muerte
decidiera detenerse en mi casa
algunas horas
como visita de confianza;
descansar en la sala,
pasar al dormitorio
y olvidar los retratos que más quiero;
tal vez cenar conmigo,
yo, mi café azorado
y ella un poco de sombra indiferente;
tal vez si nos tratáramos un poco,
si quisiera un momento acomodarse
en el reclinatorio de mi frente,
si me dejara cobijarme apenas
con su capa de niebla,
entonces, mañana, estoy seguro,
como nunca, tranquilo,
nada me dolería;
habría aprendido tanto y tan aprisa,
a evadir las palabras
que como dardos o flechas dirigidas
se obstinan en lastimarme el corazón desnudo,
desprotegido y débil;
habría aprendido
que nada permanece,
y que esa absurda búsqueda
del amor, la ternura, la comunicación más simple,
no es más que un espejismo
que se pierde en las dunas
multiplicadas de nuestro desierto,
porque después de todo, los oasis
los inventa
la inextinguible sed del alma sola.

Acerca de mí

Nací un martes 13 exactamente a las 00.13 y alguien dijo que por eso estaba emparentado con un ángel desalojado del Paraíso. Tal vez...