miércoles, junio 06, 2007

ME GUSTARÍA QUE SUPIERAS

Quiero hablarte, amor mío.
Me gustaría que supieras...

Esta tarde las palabras me nacen transparentes
como del fondo de una fuente mística,
y juegan con tu nombre,
impulsando su barco de cristal
a través de una nube.
Sólo el júbilo habla.

Mi corazón ungido de amargura
y de antiguo dolor, quedó dormido
en su tierra sombría.
Rocas adversas lo aprisionan,
la ausencia lo encarcela,
y no puede vivir desde que el tiempo
sin ti lo tiene oscurecido.

Mi corazón hoy duerme, pero
lo arrulla tu canción amorosa
como a un niño cansado,
y sueña...

Dulcícimos delfines lo conducen a tu lago tranquilo.
No sé cómo has podido
transformar su morado violento
en un rojo purísimo,
y rescatarlo de su agonía reciente
por túnel de luz abierto a la esperanza.

Sale de la tiniebla y el resplandor lo ciega.
Deja que se acostumbre a tu estancia traslúcida.
Era el abismo sordo... y lo habitas de música.
Duele de pronto la armonía,
como en la fiebre un vaso de frescura.

Quiero hablarte, amor mío,
con una voz tan inocente, que de nuevo
aprenda a deletrear todo lo bello.
Abro los ojos como si estrenara
los colores, las aves, la fiesta de la tierra.

No quiero oír otra palabra
sino aquella que de tu boca sale
y llega a mí, cantándome, lavándome
de un idioma confuso.

Ahora puedo decirte el nombre de las cosas
y su milagro cierto,
porque de todas ellas a tu alma hay un paso.

Si la lluvia me moja, sólo pienso en tus ojos
y en su espejo dolido;
si un temblor me sacude,
es que viajan tus manos por mis hombros despiertos.
Cada hora el mensaje de tu voz me sorprende
y no sé si camino o eres tú quien me lleva.

Desde su oscuro limbo
esperaban mis labios tu dulce llegada,
porque eras siempre como un anhelo,
no visto aún, tan sólo presentido.

Me dolieron los párpados al verte,
como ventanas que abren a la vida
y el sol las enciende.

Entré a tu valle de alegría
con pasos torpes y secreta angustia,
y en ese instante comenzó el prodigio.
Jamás plantas resecas
bebieron tanta savia de ternura.

¡Qué aprendizaje de jazmín pequeño!
¡Qué arenas transformadas
en tibio césped de reposo y sueño!
¡Que mundo has inventado en mi final!
¡Que bálsamo milagroso resucita mi alma,
para sentirme de nuevo enamorado!

Ya no temo la muerte, ni el tiempo, ni la sombra.
Vivo como un coral en su bosque impenetrable,
refugiado en la entraña de tu océano, amor mío.
Navego hacia tu pecho con alas submarinas,
en grácil vela de oleaje y espuma,
y anclo en tu corazón, puerto y destino.

2 comentarios:

Natalia Cariaga dijo...

Pareciera -aunque quizás no es tan obvio- que le hablas a alguien que no te oye. Y ya me siento tan lejana a eso..

te invito a leer el cuaderno y quizás verás por qué.

pd: ese "eggnog" me sonó como a ese brebaje de Rocky... mm.. mal.

Jenipher dijo...

¿Y qué te puedo decir? si ya dijiste todo...

Te desnudas tan fácilmente en las palabras...



Cariños y un beso...
Cúidate.


Acerca de mí

Nací un martes 13 exactamente a las 00.13 y alguien dijo que por eso estaba emparentado con un ángel desalojado del Paraíso. Tal vez...